martes, 1 de noviembre de 2011

Informe no. 1 desde la junta de accionistas.

Y allí donde se sucumbe a un embrujo irreal, todo lo que habían sido se convirtió en algo que ni ellos pudieron comprender. Los días y las noches se les fundían en los sueños, entre los dedos y los ojos y los besos, no había tiempo, ni fresas ni estrellas, no había nada que no fueran ellos y ese solecito que se cuela entre las ramas.

En medio de toda esa nada, de todo ese infinito, se filtraba de cuanto en cuanto un pensamiento, entraba sigiloso en su cabeza, se escabullía silencioso y ¡pop! prendía la luz, así nomas, dejándola en frente suyo, sin nada encima, gritándole a la cara quien era, y la asaltaba un miedo que nunca la dejaba hasta que él la hiciera olvidar, creer que todo fue una pesadilla agridulce, o mejor, hasta que él la hiciera caer, sentir.

Solo decir palabras que ni ella entendía, palabras demasiado grandes, todo hasta quedar inconsciente, regresar de nuevo a la inseguridad de lo efímero, a la perfecta oscuridad del ahora, a la nada infinita que se filtra entre las ramas de los arboles, entre los dedos, los ojos y los besos.