lunes, 30 de julio de 2012

Mud

El lodo ya pasaba de sus rodillas, y aun así ella continuaba caminando. Tenía que estar ahí, y aunque a veces no podía respirar por que el lodo subía repentinamente, de alguna extraordinaria manera salía de allí y continuaba su camino. 

Uno, dos pasos. Nunca dejó de caminar. 

Hoy era un día caluroso y el lodo le llegaba hasta las rodillas. Uno, dos pasos, pero pasos lentos, desesperados. Ya estaba perdiendo la esperanza de que algún día los pantanos no fueran tan hondos y solo sirvieran para refrescar rinocerontes y otros animales.Pero esa posibilidad cada vez más parecía un espejismo de estas tierras salvajes.

A veces la figura que la acompañaba desaparecía, y ahí era cuando ella deseaba dejarlo todo, dejar los pantanos, los rinocerontes y buséfalos, las islas inhabitadas y regresar a la tranquilidad de su patio trasero. Cuando aquel ser que la acompañaba parecía desvanecerse como humo de cigarrillo, ella solo deseaba darle la espalda y regresar. Pero no, continuó dando uno, dos pasos. Algo la detenía en ese instante en que aquella figura era solo el bosquejo de un cuerpo: unos ojos que aun brillaban, una palabra, una mano tomando, con sus ultimas fuerzas, la suya. Solo eso, y ella se quedaba una y otra y otra vez. Su elección era quedarse y ver poco a poco como al desaparecer el humo, reaparecía el cuerpo, la mano segura, los pies firmes, la barba tricolor y la sonrisa espontanea. 

Y juntos daban uno, dos pasos. Juntos.

Pero ahora el lodo le llegaba hasta las rodillas y hacía ya varias semanas que caminaba al lado de un fantasma cada vez mas débil y etéreo. Uno, dos pasos sola. ¿Él? flotaba, flotaba como humo, daba un paso y flotaba, y últimamente ni un paso intentaba dar. Y ella seguía hundiéndose en el lodo, en SU lodo. A veces aquel fantasma, con su flotar lento y sin rumbo, la obligaba a detenerse. A veces aquel ser parecía deseoso de hundirla, o parecía -y ella supo que era cierto-que simplemente quería que se fuera a su casa. Pero ella continuó dando uno, dos pasos; aun cuando el fantasma aborrecía aquel comportamiento.

¿Por qué? se preguntarán. Ni ella lo sabe. Se escapa de su comprensión cómo la esperanza de sentir otros pasos a su lado nuevamente la mantenían de pie. Solo eso, esperanza. Pero esta no era eterna, y cuando todo parece pérdido una y otra y otra vez, ella se convirtiendo también en humo ligero de cigarrillo. Y ahora, después de haber caminado varias semanas sola, ya se había esfumado buena parte de las provisiones. Sin mencionar que la última semana el fantasma parecía divertirse con la idea de odiarla, de hundirla, parecía coquetear con la idea de que ella abandonara su vida para siempre. Eso consumió buena parte de las raciones diarias, y la falta de un cuerpo caliente al cual aferrarse imposibilitaba la obtención de nuevas cuotas. Y ni hablar de aquella vez cuando no pudo ver ni una señal que la hiciera quedarse. Ni una. Ni una mirada, una caricia, una palabra, nada, solo un vacío fantasmagórico y unos labios que repetían mecánicamente que quería seguir caminando a su lado. 

Tuvo entonces que inventarse la señal para poder seguir dando uno, dos pasos. 

Inventar señales con esperanza es de lo más complicado y requiere una gran cantidad de la misma. Por eso hoy sus reservas estaban casi en cero. Y seguía sola, o tal vez no, pero estaba demasiado ocupada tratando de caminar cuando el lodo le llegaba hasta las rodillas en un día caluroso. Caminando ese día escribió esto, y dio un diagnostico de su propia condición:

"Si no regresa pronto, si el cuerpo no regresa, si no encuentro de nuevo una sonrisa, una mirada, una palabra, un gesto, un dibujo, una carta o sus pasos junto a los míos, la esperanza que queda terminará de convertirse en humo de cigarrillo y se extinguirá en el vacío junto a él, mientras yo regreso a casa. Pero se habrá dejado de realizar, y no me cabe la menor duda, la travesía más hermosa del mundo, la prueba de que hasta los nativos del lodo pueden ser felices"

Solo tenía la fecha y la firma de Erre. DE ahí en adelante, todo el lodo, el humo, los cuerpos y los pasos eran pura incertidumbre. Tal vez más adelante se consigne en el diario que pasó.

Por ahora solo doy uno, dos pasos.

30 de julio de 2012
Erre.