martes, 29 de abril de 2014

Baobab

Estoy cansada. Me mamé de la eterna posibilidad, la eterna pregunta abierta, el silencio altanero gritándome todo y nada al mismo tiempo. Quiero tener de donde amarrar este desorden. Quiero tener donde anclar esta nube que tengo por cabeza, para llorar con ganas, gemir con ganas, reír con ganas. Algo que me ate. Unas raíces para este cielo. Un piso firme, un lugar seguro. Es que fíjese que ya perdí el equilibrio. Antes yo misma era ese lugar. Todo bien, pies sobre la tierra, cuerpo largote que remataba con la cabeza metida en el espacio. El problema es que con cada paso el cuello se me iba alargando, y como yo andaba feliz untándome de estrellas no me daba cuenta de que el cuello se iba volviendo delgadito, hasta que un día se volvió un hilito un humo, y bien sabe que el humo no sirve mucho para pegar cabezas a ninguna parte. Entonces sin cuello ya no tengo pies, ya me volé tanto que la gravedad no me afecta, y salgo disparada hacia ninguna parte. ¿Se vio 'Gravity'? así como cuando a Sandra Bullock se la empieza a engullir el vacío -que no es vacío- pero si es muy solo. No quiero estar sola conmigo misma para toda la eternidad. Soy demasiado similar a un árbol para estar flotando en el espacio: necesito el viento, el sol, la lluvia, las cometas, las tormentas. Que no se decidan cuando soy más bella, si cuando agonizo, cuando muero, o cuando vivo una vez más. Necesito que en mí hagan nidos. Que me llamen hogar, que me llamen patria. Necesito la paz de los días de sombra, la sed de las sequías, el ir volando por el mundo en forma de semilla.

Crecer, subir, escalar, verlo todo, sentirlo todo; dar frutos, muchos frutos.

Necesito flores, siempre y siempre. Ver una y mil veces el mismo jodido atardecer, hasta inventar, uno por uno, cada color que lo compone. Si Monet pintó 31 veces la luz sobre la Catedral de Ruan, ¿por qué yo no puedo escribir mil y un luces de atardecer? Ah, ¡la luz! engullirla para salir de la tierra, beberla como bebo también el agua subterránea. Entrar en la tierra. Llegar hasta el fondo, quemarme las plantas por el centro que bulle rabioso. Tomarlo todo de la oscuridad, expandirme sin que nadie lo note. Abrazar el mundo en secreto. Sumergirme en la mierda, en los muertos, en las piedras, con los gusanitos elásticos y ciegos haciéndole compañía a mis raíces. Deformar una acera a miles de ciudades de distancia, hacerle imposible el caminar a las mujeres de tacones. Esculcar calladita, partirme unayotrayotrayotra vez. Necesito atarme fuerte, muy fuerte, para poder elevarme alto, muy alto.

sábado, 12 de abril de 2014

Aunque me inunden el alma

Tengo un dolorcito en el pecho de historias agolpadas.
De nostalgias futuras.

Del allá entran las historias, que tienen forma de hilos.
Entran por los ejes cardinales a través de mis capilares, esas ramitas cercanas a la punta de los dedos que sirven como cables transmisores del afuera. Entonces entran los hilitos del mundo y se confunden con la sangre, y mientras fluyen apacibles se van juntando las historias del dedo meñique con las del índice en la muñeca, las de los párpados con los labios en la garganta, las de los pies con las del ombligo en las costillas.

Y después, todastoditastodas, tout, every single one of them, dejan de ser apacibles.
Se aglutinan en el centro y como en el de la tierra, arden.
Se empujan, buscan lentas pero furiosas la salida.
Mis torrentes líquidos chocan con la caverna de hueso que edifica mi esternón.
No hacen ruido, pero ¡ay! si queman sabroso.
No hacen ruido, pero ¡ay! me duelen en el centro, en el valle entre mis senos.

Crean en mí un salto del Tequendama,
aunque en lugar de poetas y suicidas enamorados
Mi salto tiene agua de fuego
Agua furiosa de aquello que aun no ha sido nombrado.

Solo son dolorcitos acuáticos.
Mis dolorcitos acuáticos.
Por eso los quiero
Y los querré.

domingo, 6 de abril de 2014

Verbo y carne

¡Tóqueme!
Es orden, es súplica, es mi boca buscando la suya, son sus manos tocándome la pierna, calorcito delicioso que me parte en dos, en tres, en cuatro, cuatro manos, diez dedos, dos lenguas ¿dos? no, se multiplican, y la saliva, y el pelo, y los senos, la boca.

Tóqueme, que si no es por sus manos en mi cintura yo como que me voy desapareciendo, me pierdo, áteme con su lengua a la carne, y con el beso a la médula, ¡la médula! maravilloso camino que dibujan mis huesos inundados en sudor.

Ámeme si quiere, si quiere úseme, si quiere las dos, o ninguna, pero disfrúteme.
Constrúyame, destrúyame, moldéeme a su gusto con ese par de manos repletas de dedos.

Tóqueme. ¿es orden? ¿es súplica?

No, es imperativo.