¡Tóqueme!
Es orden, es
súplica, es mi boca buscando la suya, son sus manos tocándome la pierna,
calorcito delicioso que me parte en dos, en tres, en cuatro, cuatro manos, diez
dedos, dos lenguas ¿dos? no, se multiplican, y la saliva, y el pelo, y los
senos, la boca.
Tóqueme, que
si no es por sus manos en mi cintura yo como que me voy desapareciendo, me
pierdo, áteme con su lengua a la carne, y con el beso a la médula, ¡la médula!
maravilloso camino que dibujan mis huesos inundados en sudor.
Ámeme si
quiere, si quiere úseme, si quiere las dos, o ninguna, pero disfrúteme.
Constrúyame,
destrúyame, moldéeme a su gusto con ese par de manos repletas de dedos.
Tóqueme. ¿es
orden? ¿es súplica?
No, es
imperativo.
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