domingo, 14 de octubre de 2012

Quiero enredarte tus líneas

Una curva. Una curva lenta y segura. Una línea en media luna hacia arriba. Una linea fina, suave, serena, que se estira arriba, arriba como si quisiera toca el cielo y comérselo y cantar canciones de estrellas. Otra línea que acaricia la línea, de arriba a abajo, de abajo a arriba. La línea: la carretera de mis dedos. Tus dedos en mis líneas, y los dos nos queremos tanto que con tus dedos en mis curvas de media luna y mis dedos en las tuyas, sentimos que llegamos allá arriba y nos comemos la luna que es un queso y luego vamos al sol a pasar la modorra al lado de serpientes y elefantes. Pero entonces me acuerdo de la línea en tu rostro y pongo la mía sobre ella, y se convierten en una maraña de saliva y flores, y la geometría se rompe y surge entonces poesía, caramelo y panderetas anunciando la llegada de nuevo, de la línea en los rostros. 

jueves, 9 de agosto de 2012

Querido lector, me quito el sombrero por nuestra especie.


"El ser humano constituye desde el punto de vista biológico una especie animal bajo la denominación científica de Homo sapiens (del latín Homo=hombre, sapiens=sabio) y pertenece a la familia Hominidae. Los seres humanos pueden llegar a poseer capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, matemáticas, escritura, ciencia, tecnología. Los humanos son entes sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos. No se tiene evidencia de que exista otra forma de vida con dichas capacidades –o superiores– en el universo" -Wikipedia, The Free Enciclopedia.

Es sobrecogedor ver como un Homo Sapiens, usando un lenguaje creado por sí mismo y una maquina creada por si mismo, se define a sí mismo. Es hermoso, es pequeño, es absurdo. Es la belleza de encontrarle sentido a Wikipedia, es un 'no se qué' que nos dice que hay algo extrañamente irónico en la 'objetividad' de esas palabras. Es salirse de si mismo para vernos en nuestra insignificancia y estupidez infinita. Es ver como miento descaradamente intentando moverlo querido lector, de su cómoda existencia de Homo Sapiens del siglo XXI, tan lejos ya de aquel difuso antepasado al cual le debe su música, su dinero, su computador, sus televisores y modas y joyas; su riqueza, y toda la mierda, toda la misera, el hambre y la guerra que lo rodean, querido lector.  

¡Bravo, Bravo! ¡que viva nuestra especie, bailado sobre su propio caos! ¡Bravo, Bravo!

lunes, 30 de julio de 2012

Mud

El lodo ya pasaba de sus rodillas, y aun así ella continuaba caminando. Tenía que estar ahí, y aunque a veces no podía respirar por que el lodo subía repentinamente, de alguna extraordinaria manera salía de allí y continuaba su camino. 

Uno, dos pasos. Nunca dejó de caminar. 

Hoy era un día caluroso y el lodo le llegaba hasta las rodillas. Uno, dos pasos, pero pasos lentos, desesperados. Ya estaba perdiendo la esperanza de que algún día los pantanos no fueran tan hondos y solo sirvieran para refrescar rinocerontes y otros animales.Pero esa posibilidad cada vez más parecía un espejismo de estas tierras salvajes.

A veces la figura que la acompañaba desaparecía, y ahí era cuando ella deseaba dejarlo todo, dejar los pantanos, los rinocerontes y buséfalos, las islas inhabitadas y regresar a la tranquilidad de su patio trasero. Cuando aquel ser que la acompañaba parecía desvanecerse como humo de cigarrillo, ella solo deseaba darle la espalda y regresar. Pero no, continuó dando uno, dos pasos. Algo la detenía en ese instante en que aquella figura era solo el bosquejo de un cuerpo: unos ojos que aun brillaban, una palabra, una mano tomando, con sus ultimas fuerzas, la suya. Solo eso, y ella se quedaba una y otra y otra vez. Su elección era quedarse y ver poco a poco como al desaparecer el humo, reaparecía el cuerpo, la mano segura, los pies firmes, la barba tricolor y la sonrisa espontanea. 

Y juntos daban uno, dos pasos. Juntos.

Pero ahora el lodo le llegaba hasta las rodillas y hacía ya varias semanas que caminaba al lado de un fantasma cada vez mas débil y etéreo. Uno, dos pasos sola. ¿Él? flotaba, flotaba como humo, daba un paso y flotaba, y últimamente ni un paso intentaba dar. Y ella seguía hundiéndose en el lodo, en SU lodo. A veces aquel fantasma, con su flotar lento y sin rumbo, la obligaba a detenerse. A veces aquel ser parecía deseoso de hundirla, o parecía -y ella supo que era cierto-que simplemente quería que se fuera a su casa. Pero ella continuó dando uno, dos pasos; aun cuando el fantasma aborrecía aquel comportamiento.

¿Por qué? se preguntarán. Ni ella lo sabe. Se escapa de su comprensión cómo la esperanza de sentir otros pasos a su lado nuevamente la mantenían de pie. Solo eso, esperanza. Pero esta no era eterna, y cuando todo parece pérdido una y otra y otra vez, ella se convirtiendo también en humo ligero de cigarrillo. Y ahora, después de haber caminado varias semanas sola, ya se había esfumado buena parte de las provisiones. Sin mencionar que la última semana el fantasma parecía divertirse con la idea de odiarla, de hundirla, parecía coquetear con la idea de que ella abandonara su vida para siempre. Eso consumió buena parte de las raciones diarias, y la falta de un cuerpo caliente al cual aferrarse imposibilitaba la obtención de nuevas cuotas. Y ni hablar de aquella vez cuando no pudo ver ni una señal que la hiciera quedarse. Ni una. Ni una mirada, una caricia, una palabra, nada, solo un vacío fantasmagórico y unos labios que repetían mecánicamente que quería seguir caminando a su lado. 

Tuvo entonces que inventarse la señal para poder seguir dando uno, dos pasos. 

Inventar señales con esperanza es de lo más complicado y requiere una gran cantidad de la misma. Por eso hoy sus reservas estaban casi en cero. Y seguía sola, o tal vez no, pero estaba demasiado ocupada tratando de caminar cuando el lodo le llegaba hasta las rodillas en un día caluroso. Caminando ese día escribió esto, y dio un diagnostico de su propia condición:

"Si no regresa pronto, si el cuerpo no regresa, si no encuentro de nuevo una sonrisa, una mirada, una palabra, un gesto, un dibujo, una carta o sus pasos junto a los míos, la esperanza que queda terminará de convertirse en humo de cigarrillo y se extinguirá en el vacío junto a él, mientras yo regreso a casa. Pero se habrá dejado de realizar, y no me cabe la menor duda, la travesía más hermosa del mundo, la prueba de que hasta los nativos del lodo pueden ser felices"

Solo tenía la fecha y la firma de Erre. DE ahí en adelante, todo el lodo, el humo, los cuerpos y los pasos eran pura incertidumbre. Tal vez más adelante se consigne en el diario que pasó.

Por ahora solo doy uno, dos pasos.

30 de julio de 2012
Erre.



lunes, 14 de mayo de 2012

Good night, travel well.

Al regresar se sintió como una extraña, como si nunca hubiera estado allí, como si fuera una Eva que han arrojado del paraíso, su paraíso: su cuerpo. En la noche, ya en la cama, él intentó besar su pelo, sus ojos. Ella simplemente se quedaba como muerta, y él se sentía incomodo, como necrófilo, así que prefería dejarlo todo y dormir. Ella por su parte lloraba en silencio, esperando volver a sentir algo diferente a ese nudo que mataba a todas su palabras y suspiros y flores. Así pasaron los siguientes días, las siguientes semanas y meses. Ella como muerta al pasear a su lado por los jardines de la ciudad, él como loco, aún trazando palabras en su piel cuando ella dormía o escribía en sus pensamientos una carta a su silencio, diciéndole que se fuera de vacaciones, que por favor no volviera más, que abandonara su garganta y le permitiera hablar de nuevo, que dejara de tragarse las palabras que su novio trazaba a escondidas, pero que ni esas manos inmóviles ni esos ojos brillantes y tristes no podían disimular, esos ojos color vino tinto, mazana de carnaval, del color de marte, de la luna en esas llanura lejanas.

Eran tiempos difíciles.

Y la tristeza se convirtió en soledad, la soledad en rabia y la rabia en odio, odio que no tardó en salir en forma de miradas, de rasguños y de golpes, golpes que yo sabía eran palabras, golpes que él recibía sin mostrar resistencia, hasta que ese odio volvía de nuevo a ser tristeza y los golpes cesan y se convierten en lágrimas que él abraza con ternura y que intento convertir en palabras pero no puedo, y la casa conserva su estado de silencio asesino.

Fueron salvajes.
Sin pudores ni límites.

¿Cuanto tiempo hacía ya que no se querían tanto?
Hicieron todo lo que quisieron, se dijeron todo lo que no se habían dicho en mucho tiempo. Él besó sus labios, y su cuello y más abajo, pero regresaba a sus ellos, siempre más dulces que cualquier cosa en el mundo. Ella besó su cuerpo lentamente, lo acarició como si así las cicatrices pudieran irse. Se mostraron el uno al otro como siempre habían sido, dos seres frágiles y asustados, con pequeñas heridas ahí dentro, y sus besos no solo fueron de bocas, también se besaron el alma, se acariciaron las heridas y lloraron, lloraron porque habían regresado, porque de nuevo él era Antoine y ella Ariadne y de nuevo eran dos amantes en un pisito en París.

Y de nuevo sentarse al lado del río fue una excusa más para filosofar, y pasear por los jardines una excusa para jugar, y vivir fue nuevamente una excusa para amarse.

Eran tiempos hermosos.



martes, 20 de marzo de 2012

Elemental, mi querido Watson

No importa desde cuantas nubes caiga, ni cuantos kilómetros camine descalza y con frío. No importa que me duelan los huesitos, ni que tenga un resfriado interno. Nada de eso importa, porque estos ukeleles, estos elefantes y estas borracheras solares son reales y nos pertenecen. A todos nosotros. No importa qué nos diga la razón coagulada de los números. Y son reales porque quién nos tira de la nube, quién camina a nuestro lado con sus pies desnudos, quien nos cuida el resfriado y nos da la mano mientras lloramos por nuestros huesitos que crecen, es un ser real. Quién nos toca el ukelele y quien se emborracha con nosotros, es un ser humano, una serpiente semejante; a quién nosotros le cuidamos el refriado, le cantamos al son del ukelele y le frotamos los huesitos cuando está creciendo.

!Y sanseacabó!



Take it or Leave it.

Esta vez no preferí el rayo de sol. Esta vez preferí soñar. Preferí revoluciones divinas y promesas prematuras. Y he me aquí, quemada por no despertar a tiempo para cerrar la persiana ante ese rayo de sol que se filtra, nada tímido, por mi ventana. He me aquí, con el alma totalmente vulnerable por no haber partido a tiempo. He me aquí con un resfriado, con frío y los pies y el alma cansados de caminar en vano. He me aquí consciente de que la lluvia iba a acabar conmigo.

Morfeo me atrapó con no sé qué clase de cadenas, y como buena soñadora, inepta, inútil, no puse resistencia. Y he aquí los platos rotos. El dolor de una realidad no asumida que ahora llega de golpe, amontonada, aplastante. Como si hubiera sido tirada desde la nube junto a las agujitas, me aplasto la cara, los brazos y el pecho contra el piso; así nomás, con el alma perforada por soñar demasiado y la piel quemada por no ver la realidad. Y los secretos prematuros y las revoluciones divinas se ven como lo que realmente son: palabras soñadas que pierden el sentido al despertar. Juegos y palabras de niños, de tontos, de borrachos por tanto aguardiente, de enfermos quemados por el sol.

Hoy desperté. Y como nunca debió dejar de serlo, soñar ya no es suficiente.

martes, 28 de febrero de 2012

Sur la folie

Vos sos una cosa loca. Algo así como un viaje en carretera a 120. Algo como ese saltito del corazón al encontrar a alguien por sorpresa, así como llegaste vos, por sorpresa ¡Boom!

Sos como esos ojos que casi nunca se encuentran al otro lado del estante de libros. Así de improbable, así de imposible sos. Pero sos, y esos ojos a través de libros son ahora reales. Y esas miradas que nadan a lo largo de las hojas olorosas, empolvadas, amarillas, olvidadas, ese también sos vos.

Un lunar en la ceja, un lunar al lado de la nariz. Una espalda arqueada, un camino en el cuello. Un ukelele desafinado y una embarcación que si no fuera por los arboles en ella, apenas sobreviviría en un mar de papel celofán. Ahogarme en mi propia estupidez, en mi propia inmovilidad cada vez que te miro, cosa loca que sos.

Despertás mi libido literaria, un privilegio que sólo los arboles habían tenido hasta el momento. Vos sos hablar de política con tus piernas entre las mías, sos solecito mortecino de las 4, sos una sesión de fotos en París, existente solo en mi mente. Tanto delirio me has causado, ¿te podés imaginar?

Algo así como un destino que me niego a creer. Una cosa loca, un viaje en carretera bajo un sol blanco y borracho de aguardiente, un lugar desconocido, descubierto a 120. Nada que envidiarle a Rimbaud o a Dylan.

Una cosa loca ¡Boom!