miércoles, 12 de marzo de 2014

A veces pienso. Esta vez no.

Pensalo mejor, ¿de verdad querés oler a pescado toda la vida? Nadar es rico, pero más rico es sentir la arena en los pies, y para eso toca ser-humano. Fíjate que si sos sirena se te arrugan los deditos todo el día, y cuando acaricies a tu amado, él se va a sentir gerontofílico. A menos que la mitad pez del susodicho sea la de arriba, entonces los dos sentirían cosas feítas al tocarse mutuamente, y así si está chévere. Y si se casan y por falta de métodos anticonceptivos para sirenas y tritones tienen una cantidad inconmensurable de híbridos, pueden cortarse sus partes de pescado y asarlas a las brasas, para que ellos coman, todo sea por ver crecer a los pequeños. Y pues todo bien, yo prefiero quedarme mujer imperfecta de dos piernas cortas y sonrisa demasiado grande. Ahí nos pillamos. 

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