viernes, 8 de noviembre de 2013

No tienes ningún amigo en San Petesburgo

Si uno se fija está hecho de dudas, por eso de la imposibilidad de predecir el viaje de un electrón. En el fondo somos pura incertidumbre. Materia y ondas, duales.Y aun así le tememos tanto a dejar puertas entreabiertas, viendo la luz que se prende y se apaga y sabiendo sin saber. Entonces reducimos la suerte a seis bolitas amarillas que lo van a hacer millonario, cuando ella está bullendo en las tripas. Y enseguida corremos a construir carreteras rectas, edificios altos, limpios, matemáticos, uno más uno dos y dos por tres seis. Y así mismito nos comportamos cuando construimos para adentro, porque a nivel emocional no somos electrones, y aunque quisiéramos creernos eso de que tenemos corazones nucleares, la verdad es que somos más aburridos que un sapo gordo que no soporta la incertidumbre de saber cuándo tiene que sacar la lengua. 

Entonces jugamos a eso de que nos vamos a querer para luego odiarnos, aunque unos hacen de cuenta que no y se mueren jugando a quererse. Pero nadie deja el juego inconcluso porque así son los sapos gordos, todo o nada. Las cosas a medias no van con nosotros, hijos del progreso, sapitos caprichosos. Y mientras tanto, mis electrones y los suyos dando vueltas tan improbables como posibles, el azar allá, definiendo si seguimos acá o si colapsa el universo. 

3 comentarios: